Los primitivos 3

La falta de una tradición artística en los Estados Unidos, así como la herencia de la pintura inglesa, poco amiga de las innovaciones, han conferido especiales características a su arte.   Hasta bien entrado este siglo, en el caso de los pintores primitivos, las diferencias con los pintores que podemos llamar cultos no eran tan grandes como en Europa, presentada en diversas ciudades de la Union, en 1938.  El primer artista que cabe  destacar aqui es Morris Hishrfield (1872-1946), que pinta desnudos femeninos y animales, con un matiz orientalizante.  Aunque perteneciente al espíritu del siglo anterior, por su misma cronología, citaremos a John Kane (1860-1934).

Ivan Generalic. «Día de invierno / Winter Day«, óleo sobre vidrio / oil on glass, 1970
Miguel Riviera Bagur

Evolución de la obra de Picasso

Oye mi musica !!

El cuadro les demoiselles d’Avignon,  1907, revela este descubrimiento, con la apariencia de mascaras africanas de algunas de las cabezas; esta obra pone asimismo en evidencia el expresionismo picassiano, de modo mucho más declarado que el que asomaba en el periodo azul.  Significativo por tantos conceptos, además de ser un anunciodel cubismo, pone de relieve,con la confluencia del iberismo de unas figuras de carcter negroide de otras, la versatilidad y la necesidad de constante renovación del artista, que deja ver en una misma pintura un cambio tan importante, de modo tan claro y contrastado.

 

Pablo Picasso: Les demoiselles d’Avignon

Sobre Les demoiselles d’Avignon ha escrito Maurice Reynald:  «Esta obra histórica está unanimamente considerada comoel punto de partida de la expeiencia cubista, es decir, de una estética nueva, en la cual la noción de espacio viene a sustituir a la de atmósfera.»

Ve mi otro blog !!

El cubismo Cézanne y la via racionalista

La tendencia conocidapor cubismo suponía, por una parte, una reacción ante un procesode desintegración de la estructura del cuadro que había sidoiniciada con el impresionismo.  Al mismo tiempo, el cubismo se encontraba peleando, codo a codo, junto este movimiento, en combate por una causa común:  el ataque al objeto, a la concepción del arte como representación del arte como representación de la realidad exterior.  Y, con esta contradicción, tan natural, de las cosas, se daba el hecho de que este ataque a lo representativo había sido iniciado precisamente por los impresionistas.  De esta reaccion eran plenamente conscienteslos mismos protagonistas del cubismo; de ello son prueba los testimonio  por el historiador de este movimiento, Guillaume Janneau, en su libro El arte cubista: el cubismo era una reacción contra el impresionismo, contra sus «efusiones a flor de piel» Para Fernand Léger;  como precisaba André Lhote, «sobre todo, (una) reacción técnica».  Es curiosa la obserrvación de este último artista con relación a lo que haciamos notar más arriba, de que el «cubismo continua el impresionismo en otro plano».  Los artistas en quienes se despertaba este sentimientoque sería conocido como cubistase rebelaban ante la falta de vertebración del impresionismo, así comoante su afan naturalista, que según ellos apartaba el arte de su verdadera escencia.

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Paul Cézanne: Los jugadores de naipes (1890-1892). Musée du Louvre.
Paul Cézanne: Les grandes baigneuses (1898-05). Art Museum, Filadelfia.

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Paul Cézanne: La montaña de Saite Victoire (1904-06). Musée des Beaux-Arts, Zurich.
George Braque: Casa en l’Estaque (1908).  Kunst-museums, Berna.

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La escuela expresionista de París

En Bélgica, Ensor dio origen a una escuela de carácter expresionista.  Una primera oleada constituyó, hacia 1900, el grupo llamado deLaethem-Saint-Martin, al que puso nombre el lugar en que se reunían, cerca de Gante.  Cinco años más tarde se formaen la misma localidadun nuevo grupo, éste con algunas figuras más que notables, que se mantienehasta que, en 1914, la gurra los dispersa.  A él perteneció Constant Permeke (1886-1952), amantede lanaturaleza, que pinta con vigor, autor de figuras robustas, de perfiles toscos y rudos.  No es de extrañarque la intención que llevaba a Permeke a crear estas figuras dotadas de tal monumentalidadle empujara luego a expresarse por medio de la escultura.  La otra figura del grupo es Gustave De Smet (1877-1943).  Su venaes más fina y sutil.  Supo rehuir todo retoricismo, y logró desnudar su pintura hasta dejarla con lo absolutamente necesario:  una estructurasólida y fuerte, delicada a la vez, y un soplo lírico lavado de toda ganga romántica.

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Georges Rouault: Monsieur et madame Poulot.
George Rouault: Ante el espejo (1906).  Musée d’art Moderne, París.

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J. Mateos Pintura y Escultura del siglo XX.

Expresionismo germánico

Der blaue Reiter, formado el año 1911, formado el año 1911, en Munich, recibió, como hemos dicho, importanteaportación internacional, y, a su vez, irradió en mayor medidasu propia visión.  Abierto especialmente a corrientes meridionalesx, son evidentes en él las influencias del cubismo y del futurismo.  Sus miembros eran también más inquietos e inestables.  Además del alemán Franz Marc encontramos al ruso Kandinsky, cuya significación en la historia del arte destacaremos    r   |espués;  al suizo Klee, otro nombre capital;  al austriaco Alfred Kubin (1877-1960), a Agust Macke, Heinrich Campendonk, Alexei von Jawlensky y Gabriele Münter (1877-1962). Estuvieron en contacto con Picasso, Braque, Rouault y Delaunay.  En contraste con Die Brücke, los artistas de este otro grupo mostraban un espíritu más gozoso ante la vida, lejos del tremendismo de Dresde.  Al mismo tiempo, les caracteriza una tendenciaa loa abstracción, que en Kandinsky llevaría a abandonar la figuración por completo.
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La obra de Franz Marc (1880-1916) se ha convertido en una de las más representativas del expresionismo.  Es fácil distinguir el suyo del practicado por los artistas del norte. Si allí todo parecía

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Paul Klee: Leyenda del Nilo (1937)
Paul Klee: Aventura de una joven.

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arrastrado por un viento de condenación, en Marc hay confianza en la vida, y una aceptación complacida.  Donde expreso mejor, y de un modo general, estos caracteres fue en los temas de animales.  Sus caballos azules, que fueron objeto de condenación por Hitler, se han hecho famosos en todo el mundo.  Marc es un ejemplo de la influencia ejercida en el área cenroeuropeapor el futurismo.  Su alegría, que tiende a desbordarse, queda armonizada por el brillante y construido juego de ritmos y color.  Su obra, de la que posiblemente dio, en lo escencial, toda su medida, que cerrada, con su muerte, en el frente de Verdún, cuando contaba 36 años de edad.

La aportación de Wassily Kandinsky (1866-1944) es de las capitales de nuestra época.  Si bien le damos entrada aquí, dentro del expresionismo, hemos de volver a referirnos a él ampliamente cuando estudiemos las corrientes abstractas.  Durante su contacto con El Jinete Azul, hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, simulteneó las obras con referencias figurativas, principalmente paisajes, co ensayos abstraccionistas, que habían dado ya, en 1910, una acuarela no representativa, la primera obra plenamente abstracta.
Su actividad en dicho período encaja muy bien dentro de este grupo, constituido por artistasde tan diversa procedencia.  El diferente carácter ambientalde la zona alemanaen que se desemvolvía El Jinete Azul, con relación  al de Die Brücke, la misma numerosa y varia aportación internacional, fue campo apropiado para que pudiese germinar aquí tendencias que se constituirían en posiciones avanzadas.
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Alexei von Jawlensky: Bodegón con florero y jarrón (1909). Wallraf-Richartz-Museum, Colonia.
August Macke: Dos Muchachas.  Stäldelsches Kunstinstitut, Francfort.

La obra de Paul Klee (1879-1940) es otra de las que tienemás posibilidades de permanecercomo una de las primeras y más representativasde nuestra época.  Este artista suizo, nacido y muerto en Berna, vivió durante más de treinta años en Alemania.   Es justo reconocer que en el medio de El Jinete Azulencontroó su propio camino, aunque éste le alejaría precisamentede dicho movimiento.

De los restantes miembros del grupo de Munich merece destacarse August Macke    (1887-1914), que fue amigo de Marc, y pereció, como él, durante la guerra.  Su trayectori fue corta, ya que la muerte la interrumpió cuando contaba veintisiete años.  Su encuentro en París con Delaunay dejó notable huella en su pintura.

Oskar Kokoschka: Polperro.
Max Beckmann

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J. Mateos Pintura y escultura del siglo XX

Fauvismo

El fauvismo continua y aprovecha los hallazgos posinpresionistas, habían ido apartando el arte de la naturaleza considerada como modelo, e independizando a los distintos elementos del cuadro; pero es una reacción violenta contra la importancia que se habia dado a la luz, a costa de la perdida del color.  La revaloración de éste la habian iniciado ya Van Gogh y Gauguin, pero en el movimiento del fauve esta actitud adquiere un carácter general.  La violencia del color es aquí efecto del espíritu revolucionario, pero anarquista, de esta corriente, que reaccionaba también en lo extrpictórico, contra el poder de la burguesía.  Unos revolucionarios, los fauvistas, que terminaron por conquistar muy pronto el favor del público y el oficial.  Finalmente encajaron dentro del marco de esa misma sociedad burguesa, la cual necesita de la violencia y la complacencia como dos polos que, compensandose periódicamente , enerven y aplaquen sus propias frustraciones y sus inclinaciones mas hondas.

La primera aparición pública en que consiguieron llamar la atención tuvo lugar en el Salón de Otoño de París , en 1905.  La impresión que debieron producir estas telas fue, sin duda,  y a la vista de las reacciones de la crítica de entonces, de verdadero escádalo.
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Maurice Utrillo: Sacré-Coeur en hiver,

  En el centro de la sala qen que estaban colgadas las obras de Matisse, con sus colores llamativos, y las de sus compañeros, estaba colocada una estatua de Marquet inspirada en el estiulo renacentist el crítico de arte de Vauxcelles, al entrar en las sala y contemplar las obras de aquellas artistes y el contraste que ofrecían con dicha escultura, exclamó: «Miren, Donatello entre las fieras» ( fauves en francés) ,  La denominación fue del agrado del público y de los mismos artistas aludidos, que consideraban que esta denominación encajaba muy bien con el animo que los movía.  Los pintores fauvistas que alcanzaron notoriedad y que acabaron por imponersefueron, además de Mastisse: Raoul Dufy, Maurice de Vlaminck, André Derain, KessVan Dongen, Othon Friesz y Marquet. El fauvismo ama la sensualidad, la fuerza primaria de la naturaleza, pero de una naturaleza en la cual no se profundiza, sino de la que se prefiere paladear la belleza expresiva de su elementalidad, de su forma y color, previamente vaciados de todo contenido que pueda aparecer como misterioso.  Estas supuestas fieras, estos que se consideraban a si mismos salvajes, no lo resultaron, no obstante, tanto como debian ser. Dos años después de su espectacular aparición conjunta en el Salón de otoño habían perdido vigor; y aquello que había sido en un principio arrolladora fuerza natural tomaba otros caminos más refinados. Henri Matisse (1869-1954) desempeño un papel importante, a la vez que singular.  Se trata de un pintor muy dotado, muy dotado, personal y consciente, al mismo tiempo que que atento a visiones intuitivas.  Pelea, a su modo, desde una trinchera propia, a pesar de haber sido la cabeza visible del fauvismo, para contribuir de manera destacada a configurar el arte de nuestra época.  Se aleja del objeto en el sentido de la representación, mientras trata de acercarse a él buscando directamente su escencia.  La aplicación del color tenía que resultar caprichosa, a los ojos acostumbrados a la fidelidad realista;  porque su color es fiel a la emoción intelectual que el objeto despertaba en él,y forma parte, con el dibujo y la composición, de un modo esquemático y rpopiamente abstracto de pintar.  En la obra de Matisse hay alegría, deseos de vivir y hasta serenidad.  También una gran sensualidad, en la movida línea de sus perfiles, está tenida a raya por undificil remansado por una delicadeza y un refinamiento de corte oriental.  Durante toda su vida, Matisse permaneció fiel a una misma manera, con raices de impresionismo, y que quizo mantener al amargen del curso que tomó despues la pintura. No puede decirse que la obra de Raoul Dufy (1877-1953) sea profunda.  Los temas, sean cuales sean, quedan empequeñecidos después de pasar por sus manos, hasta casi desaparece:  y no sólo el tema sino que le ocurre también con la pintura misma.  La alegría de Dufy es muy diferente al de Matisse. En este últmo hay solidez y fuerza;  en Dufy la alegría queda en sonrisa, pero no hace brotar nada de muy adentro. Hay que señalar en su favorque supo mantener su pintura fresca y llena de gracia,  y que

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Henri Matisse
Maurice Denis: Las Musas


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Tradición Realista

El arte de nuestro siglo discurre por los grandes cauces abiertos por el cubismo y el expresionismo, continuados por la abstración. Son numerosos sin embargo, los artistas que, en todos los países, se han atrincherado en reductos decimonónicos; pero en su mayor parte no tienen interes alguno.  Los hay, entre ellos, con auténticas dotes; pero que no crean un arte es realmente vivo: se limitan a servirse de fórmulas hechas o, en el mejor de los casos, vuelven a recorrer una y otra vez, estérilmente, caminos trillados.  No contribuyen a ensanchar el ámbito del conocimiento humano; convencidos de que el arte es intemporal, llegan a conseguir quedar fuera de su tiempo y de cualquier otro. A veces es una verdadera lástima que no hayan sabido sacar provecho de sus condiciones, pero siguen acomodados en la academia, sin molestarse en luchar.  No creemos, con todo, que son tan impermeables como ellos dicen y llegan a creer; unos permanentes en un impresionismo retrasadísimo; otros, en tardio fauvismo, al que le sacan los ultimos destellos; y muchos, sin darse cuenta, han ido recogiendo de esta o aquella tendencia mal vista por ellos, hasta componer algo que les agrada y no le parece atrevido.  Lo curioso es que su sentimiento plástico les lleva a veces a sentirse atraidos por por lo plástico de las modernas tendencias, y lo confiesan, pero no aceptan el apartarse ni tanto asi de la representación.  El resultado es que tampoco consiguen mucha fidelidad en sus imitaciones de lo real.  Como siempre hay que hacer excepciones.  O mejor, todo lo dicho hasta aqui no reza con algunos artistas que , bajo una apariencia conservadora, o incluso bajo una capa real de tal clase, guarda , aveces celosamente, un sentimiento vivo que trasmiten a sus obras.

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Al hacer la historia de esta linea tradicional se incluye con frecuencia a nombres que nada tienen que ver con ella, como son los casos de Gruber y Marchand.  La capacidad expresiva del primero y el sentido poético del segundo estan sirviendo a espiritus plenamente compenetrados con su tiempo.  Otro tanto ocurre con Gromaire.  Concretándonos al arte frances, es justo incluir, en cambio Charles Dufresne (1876-1938), cuya imaginación y sentido colorista ceñia y rigor aprendido del cubismo; A Luc-Albert Moreau  (1882-1948), cuyas composiciones están animadas por un sentimiento ávido de placer muy propio de los años que precedieron

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Gustav Klimt
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Sunlit Interior, 1920 Jean-Édouard Vuillard was
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Ferdinand Hodler: El día.
Edward Munch

a la primera gran catástrofe guerrera; relacionado con él está Jean-Louis Boussingault (1883-1943), más refinado y amable.

Siguen itros nombres, como el de André Dunoyer de Ségozac (1884), que trata de copiar de modo naturalistala naturaleza, de manera relacionadacon la de Courbet; y otros aún, como el fino y correcto Maurice Brianchon (1899); Fracois Desnoyer (1894), de obra robusta, que recoge en partela lección del cubismo último, y realistas de sentimiento poético como Roland Oudot (1897) y Raymond Legueult (1898).  Muy alejado de ellos está el japonés Tosougouharu Foujita (1886), que vino a sumarse al la Escuela de París en 1913; su obra supone un injerto de elementos predominantemente decorativos, de la tradición de su país en la pinturaoccidental de comienzos del siglo pasado.

Jeremiah Goodman, the Rembrandt of 20th-Century Rooms

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Jeremiah Goodman’s portrayal of Diana Vreeland’s Park Avenue sitting room. Credit Jeremiah Goodman

It seems almost quaint now, but there was a time not long ago when the wealthy and celebrated would commission paintings of their homes — a portrait of the mantelpiece to hang above the mantelpiece. For nearly 60 years, the master of this genteel art form was Jeremiah Goodman.

From Billy Baldwin’s parlor to Diana Vreeland’s living room to the bedroom of the fashion designer Bill Blass, Mr. Goodman illustrated the interiors of a who’s who of the latter 20th century. He was like Slim Aarons, only with a canvas and brush instead of a camera, creating intimate portraits of the other half while socializing among them.

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The work of Mr. Goodman, 94, is the subject of a 70-year career retrospective at Dessin Fournir Gallery in Los Angeles. Credit Thomas Dang Vu

But Mr. Goodman’s style was hardly photorealistic. Rather, his watercolors and gouaches presented rooms as color-saturated dreamscapes.

“I wanted them to be almost a fantasy of what people thought they’d be like,” Mr. Goodman said. “None of us walk out the door wanting to face catastrophe. We want to face the rainbow.”

Now 94, Mr. Goodman is the subject of a 70-year career retrospective at Dessin Fournir Gallery in Los Angeles. The exhibition, which runs through June 9, includes 55 original gauche paintings of his dreamy interiors, showcasing the homes of the photographer Bruce Weber, the designer James Galanos, Nancy Reagan, Mary Martin and the Duchess of Windsor, among others.

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Bruce Weber’s study. 

Credit Jeremiah Goodman

Asked to cite one of his favorite interiors to paint, Mr. Goodman mentioned the home of the surrealistic interior designer Rose Cumming.

“Hers was really like a magic box, with trickery and romance and lighting and all the stuff one puts into their head,” Mr. Goodman said.

The gallery show continues a late-life rediscovery of the artist, which started in 2007 when PowerHouse Books published “Jeremiah: A Romantic Vision.” The next year, Carolina Herrera used Mr. Goodman’s painting of red deck chairs as inspiration for a print in her resort collection. In 2015, Marc Jacobs cited the artist in his runway show, incorporating large, wall-size illustrations of Ms. Vreeland’s living room done in Mr. Goodman’s style.

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Dean Rhys Morgan, a Britain-based gallerist and art dealer who has represented Mr. Goodman since 2008, said the artist’s work remains singular today, and evokes a bygone time.

“People do watercolors, but not the extreme romanticism that his work has,” Mr. Rhys Morgan said. “He’d make the most pedestrian rooms look incredible. It’s extraordinary, magic.”

A butcher’s son from Niagara Falls, N.Y., Mr. Goodman set out in the 1940s to be a Hollywood set designer. But a brief period working for Joseph B. Platt, who designed the sets for “Gone With the Wind,” turned him off to the film industry. Seventy years later, the memory of the experience still haunts.

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A view of the exterior of Bob Hope’s Los Angeles home.
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Credit Jeremiah Goodman

“He was notoriously difficult,” Mr. Goodman said of Mr. Platt. “He tried to be successful by being the great prima donna of all time.”

Instead, Mr. Goodman, who studied at the Parsons School of Design, began illustrating interiors, initially doing an assignment for House & Garden magazine, and then for anyone who would pay him. He worked for Lord & Taylor, illustrating the department store’s print advertisements, and for 15 years, from 1952 to 1967, did the covers of Interior Design magazine.

Gregarious and charming, Mr. Goodman befriended actors and writers like Sir John Gielgud and Edward Albee, and society gatekeepers like the Hollywood florist David Jones, who helped him secure commissions to paint the homes of the glamour set, including Betsy Bloomingdale and Mrs. Reagan.

Mr. Goodman, who lives in Manhattan, is retired now. And with the gallery show, he will be selling many of his paintings for the first time, a decision about which the nonagenarian is sanguine.

“I’d rather see the paintings go than me go,” he said.

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An Artistic Partnership Reunites in the Bronx

Rigoberto Torres has been collaborating with John Ahearn for nearly 40 years, sharing credit on life-size sculptures of famous and obscure people. Credit David Gonzalez/The New York Times

Lennon and McCartney. Abbott and Costello. Siegfried and Roy. Ahearn and Torres.

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Who?

In the history of creative duos, John Ahearn and Rigoberto Torres may not have name recognition — or money — but they have longevity. For almost 40 years the two artists have collaborated on life casts, making them from the South Bronx to Taiwan and from Brazil to Puerto Rico. Creatively, they are like John Lennon and Paul McCartney, sharing credit on life-size sculptures of famous and obscure people. Temperamentally, Mr. Torres can be reticent to the point of being more like George Harrison, the quiet Beatle.

Their partnership has endured through distance, even as both pursued solo projects. About 15 years ago Mr. Torres left New York for Orlando, Fla., while Mr. Ahearn continued working in his South Bronx studio. With Mr. Ahearn the one with connections to the city’s art world, people sometimes forget about Mr. Torres’s equal contributions to their oeuvre. But if anything, Mr. Ahearn was relieved and excited when Mr. Torres returned to his studio recently to prepare several pieces for a show in Chelsea in the fall.

“John has his own anxieties going on,” Mr. Torres, 54, said with a laugh. “I’m the more relaxed one. I’m the one who fixes everything after they’re broken. I’m not so anxious about things.”

They met in summer 1979 at Fashion Moda, a fabled gallery near 149th Street and Third Avenue in the Bronx that attracted downtown artists like Tom Otterness, Jane Dickson and Mr. Ahearn, as well as local graffiti artists and break dancers. Mr. Ahearn had been making casts of people by the gallery’s big storefront windows when a cousin of Mr. Torres’s stopped by to check out the scene. Mr. Torres soon went to see for himself.

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Sculpture ran in the Torres family — his uncle Raul had a statue factory not too far away, churning out saints and knickknacks that graced countless living rooms where plastic-covered furniture bought on installment was the major design statement. He mentioned to Mr. Ahearn that he had worked in the factory.

“I knew we were meant to work together,” Mr. Ahearn, 65, recalled. “He had a poise, a sense of independence and a warm, strong, simple and clear presence. He was honest and sincere and wanted to talk about the technical aspects. He came back the next day and began assisting me with the casting.”

That meeting changed both of them. Mr. Ahearn took a studio apartment in the building where Mr. Torres lived on Walton Avenue, where they would cast people on the sidewalk during block parties. Mr. Torres’s skills would take him overseas to work on installations — or to help Mr. Ahearn when he got into a jam.

“John was in Taiwan doing a project with scooters and a friend called to tell me he was freaking out,” Mr. Torres recalled. “I’m good under high pressure, so I went and spent a month there. When things get tough, I’m O.K. with that. I don’t panic.”

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He may not always have been that laid back. In the early 1990s, he suffered an asthma attack that deprived his brain of oxygen for several minutes. He was hospitalized for weeks, followed by a long convalescence during which he had to relearn simple tasks. The attack came while he and Mr. Ahearn were doing a project in Times Square that had them working around the clock.

He has since learned to take it easier, even if it has unexpected results. Last year, the day of his marriage to Wanda Echevarria, he was sick with a cold and passed out in church. Undaunted, he got a chair, sat down and asked his wife-to-be to sit on his lap for the ceremony.

Since moving to Florida, Mr. Torres has devoted himself to his solo projects, exhibiting at a local museum, as well as doing workshops and demonstrations for students. A recent piece — of the former Tuskegee airman Richard Hall Jr. — is now on display at a show in Winter Park. Still, he knows that being in Orlando, he is far from the spotlight, working in relative anonymity.

So as much as Florida agrees with him on a personal level, he felt good to be back in New York, teamed up with Mr. Ahearn. They went about recasting some pieces and touched up some older ones. Mr. Torres spent time painting a pair of 12-year-old boxers whom he had cast in Puerto Rico years ago.

“It had been a long time, but we still got it,” Mr. Torres said. “We can still work together. We still got it. We can do one more run.”

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